El
presente artículo se inicia evocando a Nicholas Carr, Literato de la Dartmouth
College de la Universidad de Harvard, quien descubrió que había dejado de ser
un buen lector, y, casi casi, un
lector, pues su concentración se disipaba cuando empezaba a leer un libro, más
aun si era complejo y demandaba mucha atención y reflexión, experimentaba que
en su mente nacía un rechazo a continuar con el empeño intelectual de la
lectura. Por lo que tomó la decisión radical, de abandonar junto a su familia,
las instalaciones de Boston y vivir en una cabaña de las montañas de Colorado,
donde no había telefonía móvil e Internet. Luego de dos años, escribió el libro
The Shallows: What the Internet is Doing to Our
Brains, en español, Superficiales: ¿Qué está
haciendo Internet con nuestras mentes? .
Vargas
Llosa quedó admirado con el libro de Carr, donde este último reconocía la
extraordinaria aportación de las megaempresas informáticas como Google,
Twitter, Facebook o Skype, las cuales ofrecen servicios de información y
comunicación, ahorrando tiempo y facilitando a una inmensa cantidad de seres
humanos el acceso a las mismas.
El
Premio Nobel indica que: ¿quién podría negar que la informática es un avance
casi milagroso que, haciendo un pequeño clic con el ratón, un internauta recabe
una información que hace pocos años le exigía semanas o meses de consultas en
bibliotecas y a especialistas?. Por otro lado plantea la siguiente pregunta: ¿Para
qué mantener fresca y activa la memoria si toda ella está almacenada en algo
que un programador de sistemas ha llamado "la mejor y más grande
biblioteca del mundo"?.
Mas
adelante señala que los alumnos están acostumbrados a “picotear” información en
sus computadoras, sin tener necesidad de hacer prolongados esfuerzos de
concentración, lo que ha permitido perder el hábito de hacerlo, y han sido
condicionados para contentarse con ese resplandor cognitivo a que los
acostumbra la Red.
Finalmente
Varas Llosa cita a Van Nimwegen, quien dedujo luego de algunos experimentos:
que confiar a los ordenadores la solución de todos los problemas cognitivos
reduce "la capacidad de nuestros cerebros para construir estructuras
estables de conocimientos". Lo que le impulsa a llegar a la siguiente
conlusion al literato: “…la robotización de una humanidad organizada en función
de la "inteligencia artificial" es imparable”.
CUESTIONARIO
¿Es cierto que existe una distorsión
en la capacidad de análisis del lector que está atado a la información
reverberante del internet?. De ser positiva su respuesta, ¿cómo se produce
ésta?
La
pregunta planteada trata de establecer si existe algún vínculo o algún nexo
entre la distorsión en la capacidad de análisis del lector con la información
reverberante del internet, es decir por un lado un complejo proceso mental y
por otro la lectura de la información ofrecida por internet, pues lo compararía
el primero con el proceso de observar y el segundo como el acto de ver, y Por
lógica podemos concluir que realizar una análisis de lectura necesariamente
necesitamos interiorizar toda la lectura a través de un proceso mental, y lo
ofrecido por internet no permite el desarrollo del mismo pues el texto materia
del mismo es muy ínfimo, reducido.
Entonces
para responder la pregunta inicial, debemos plantearnos el supuesto que una
Persona internauta usuaria del Internet necesite por circunstancias del
destino, analizar una lectura de la centellante internet, caso que no se
presenta, sin embargo es solo un supuesto, y de acuerdo al mismo puedo llegar
concluir que, la capacidad de análisis de una persona está ligado directamente
a su capacidad de interiorizar y comprender una lectura, lo que generalmente
-por la destellante infromación- no se puede realizar.
Es
que el internet no es un medio para analizar una lectura, pero en algo estoy de
acuerdo con el Doctor Mario Vargas Llosa, que el internet te facilita tanto la
información que uno no tiene la necesidad de hacer prolongados esfuerzos de
concentración y ello conlleva a perder el hábito y hasta la facultad de
hacerlo.
Para
sustentar como se produce esto es que la lectura es una actividad compleja del
cerebro, siempre se nos ha enseñado que debemos desarrollar los niveles de
lectura como el entender, comprender, analizar e interiorizar la información,
lo que obviamos pues la misma es abundante y solo utilizamos lo necesario para
cumplir con nuestros deberes, por lo que muchas veces confiamos a los
ordenadores la solución de todos los problemas cognitivos, reduciendo la
capacidad de nuestros cerebros para construir estructuras estables de
conocimientos.
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Se dice que la Web contribuyó a las posibilidades de comunicación, por ende también a la comunicación de la información y, por lo tanto, a la comunicación de conocimiento, es decir, en definitiva, de la educación, de la cultura, etcétera, etcétera, etcétera. Pero amigos de la informática: ¿Cuál es la certeza, si es que hay modo de verificarlo, que, habiendo recorrido de nodo a nodo las infinitas fuentes de información y, habiendo encontrado una documentación exacta referida a nuestra búsqueda, hayamos aprendido algo verdaderamente? Ustedes dirán: sí, se aprende de una manera veloz y cada vez más autosuficiente. En un futuro, como lo ha premonitado la ciencia-ficción, el trabajo duro será para las máquinas, ya no habrá que esforzarse y el conocimiento será ampliamente generalizado y global. Y tienen razón, quizás haya un conocimiento, pero para mí, así, jamás un aprendizaje. Aprender es más que conocer, aprender no solamente es absorber contenidos, se trata aquí de nuestro futuro como personas capaces de forjarse una identidad, un carácter que no se traman en lo virtual. La Internet, no puedo dudarlo, tiene sus beneficios, pero el aprendizaje, señores, es en lo profundo y en lo personal. Una cultura virtual no respeta identidades, las personas se relacionan no con un autor, con un libro, sino con una enciclopedia. El trato es tan amplio como poco comprometido. Y una educación sin profundidad y sin compromiso raya en el ocaso. Sin embargo, yo, Javier Santos Rodríguez, estoy lejos de tener una verdad acerca de este asunto. Realmente estamos parados en un momento de transición para mí, entre dos edades históricas, y eso no nos da permiso para elaborar una conclusión verdadera. Otros más hábiles sabrán refutar todo lo dicho anteriormente y tendrán sus razones. Por eso, creo que existe en mí un cuestionamiento que va más allá de la disyuntiva y que determina como necesarias las dos posiciones. Veo la cultura como un barco de vela en alta mar. Me parece sinceramente que no habría avance cultural sino por el viento que adviene lo nuevo, lo moderno, la tecnología y la informática. Pero, pero, para que un barco cultural avance es necesario su vela, es decir la resistencia a ese viento, que si no fuera por la vela, sería puro vértigo y habría quizás un riesgo que no significaría cambio, sino algo peor, degradación de la cultura. Creo, y en eso estoy muy seguro, que los cambios son moralmente buenos pero que tienen que ser paulatinos y suaves. Aun así, percibo necesario el viento, el vértigo contenido en diálogo con la vela. Tampoco se avanza sin viento.
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